2006, irailak 5

Un digno colofón

Medioa: EL MUNDO

Kritikaria: ALBERT VILARDELL

SAN SEBASTIAN.- La Quincena Musical donostiarra ha cerrado su edición número 67, y lo ha hecho con el importante nivel que, por lo que hemos podido oir, ha tenido toda la cita. Para ello, se eligió una propuesta difícil, El Holandés Errante. Esta obra es el verdadero inicio del estilo del músico alemán, que partiendo de la tradición romántica abre un camino hacía el drama wagneriano. Es una música que expresa una gran fuerza sin renunciar al lirismo y a la melodía, alternando momentos de una aparente sencillez, hasta otros de una gran profundidad.

Es, por tanto, una obra que representa un reto para cualquier orquesta y director, y hay que remarcar que los resultados obtenidos por la Orquesta Sinfónica de Bilbao, dirigida por el maestro vitoriano Juanjo Mena, fueron muy destacables. Su dirección resultó escrupulosa con la partitura, recreando especialmente los momentos de gran fuerza dramática, con un volumen que podía parecer excesivo, pero que reflejaba la intensidad de las situaciones, manteniendo, en aquellos momentos más románticos, una buena línea, planteada con ductilidad. Hay que destacar el rendimiento de la orquesta, que mostró una gran calidad y entrega, especialmente los violines, con unas maderas muy cálidas y un mental muy brillante, aunque a veces surgieron dudas en alguna entrada de las trompas.

Protagonista importante de la obras es el coro, que contó con dos entidades de prestigio, como son la Coral Andra Mari y el Coro Easo, con una prestación llena de fuerza e intención, cohesionada e impactante, contrastando de forma clara las diferentes situaciones de miedo, sorpresa y alegría (sobresalieron los hombres). Albert Domen, que protagonizaba la obra, es un buen barítono, con un interesante fraseo, al que quizá le falta rotundidad para pasar la fuerza orquestal y una mayor profundidad en la zona grave con una versión identificativa del role.

Eva Johanson no tiene una voz especialmente bella y planteó la balada de forma excesivamente intimista, pero luego se fue creciendo y estuvo brillante en el dúo y en la escena final, mientras que Philip Kang fue un discreto Daland, con un canto poco imperativo y con un fraseo lineal. Por su parte, Jorma Silvasti fue un Eric algo irregular, con momentos lineales y otros más expresivos. Completaban el reparto Francisca Beaumont, con una gran musicalidad, y Ángel Pazos, como Steurmann, tenor con buenos medios, al que le faltó una cierta regularidad.