2009, abuztuak 12

‘La Creación’, de Haydn, de amplio valor oratorio

Medioa: DEIA

Kritikaria: J.A.Z.

PROGRAMADA por la Quincena Musical, la obra Die Schöpfung (La Creación) obtuvo una interesante interpretación en las tres partes de este gran oratorio haydiniano estrenado casi al final del siglo XVIII (en 1798, en Viena). Puede reconocerse que tanto los solistas como el coro y la orquesta realizaron con aceptable sentido la obra de Haydn, bajo la elocuente dirección de Orozco-Estrada.

Tal vez la introducción orquestal, en Largo, parecería exagerada por las amplias emanaciones de la orquesta, si bien indica la partitura que se trata de un “caos” con cambios de piano a forte, pero a partir de entonces todo resultó de clara dicción, en la que el director hizo que se mostraran con claridad los cambios de sonoridad a lo largo de toda la partitura. Ya en la iniciación del concierto se notó la buena dicción tanto del bajo James Johnson como del coro. Y de los tres solistas puede indicarse su válida expresión. Así, en el segundo número, aria de Ariel, mostró clara expresividad la dicción del tenor Johannes Chum, así como poseía ya valor haydiniano la expresión de la Coral Andra Mari. De la misma manera, el inicio de solo de la soprano Marta Matheu, con el coro en su primer aria Mit Staunen resultó de adecuado estilo.

Si bien la interpretación de los solistas puede determinarse como de alto nivel musical en toda la obra, puede tal vez comentarse sobre algunas de las arias y recitativos. Así, por ejemplo, en cuanto a la soprano podría citarse el aria realmente difícil n. 8, Non beut die Flut, Andante pero con escritura en semicorcheas y con meras sílabas que duran varios compases, lo que precisa exigentes fuelles vocales, obra que la Marta Matheu realizó con buena claridad y sentido y potencia. Asimismo, el aria n. 15, Auf starkem resulta claramente extensa y de claro dibujo, lo que la soprano catalana interpretó valiosamente. Del bajo James Johnson podrían citarse varias, pero tal vez merezca destacar los amplios recitativos y los dúos con la soprano en la III Parte, así como el recitativo y aria de la II donde posee las partes más graves, que él realizó con claridad. Sobre el papel de Uriel, puede decirse que el tenor vienés Johannes Chum expresaba con valor, si bien este rol parece algo menos exigente que el de los otros dos solistas. De todas maneras, hay que anotar que los tres tercetos de los tres solistas resultaron bien unidos, lo que no siempre suele realizarse.

Gracias a la enseñanza de su director José Manuel Tifé, la Coral Andra Mari actuó con claro sentido musical y fuerza vocal en toda la obra. Puede mostrarse ya su buena interpretación junto con solistas, así como en sus coros solos, como es el Stimmt an die Siten, por ejemplo, o el coro final realizado con los tres personajes, donde se escuchó en claro lo de los solistas y lo del conjunto.

En toda la obra debe denotarse la buena dirección de Andrés Orozco-Estrada, nuevo director de la OSE, que manejó con interés haydiniano tanto a la orquesta como al coro y personajes solistas.