Medioa: EL DIARIO VASCO
Kritikaria: EMECE
Gracias a la iniciativa del periodista Jesús María Gabirondo, la Quincena Musical programó un especial homenaje a quien fue hombre bueno donde los haya, ejemplo en el ejercicio del sacerdocio, Doméstico de Su Santidad el Papa, Ciudadano de Honor de San Sebastián, Maestro de Capilla de la catedral donostiarra, músico, compositor, incansable colaborador con nuestro festival musical de verano y derrochador de amistad, sobre todo de aquellos “que estaban un poco lejos del camino de la verdad”, como a él, don José María Zapirain le gustaba decir. Fue un concierto verdaderamente digno y justo como reza el inicio del Prefacio de la liturgia romana, digno por la calidad de cuantos en él intervinieron y justo por el merecimiento que tiene el homenajeado, quien, seguro, desde las Alturas Eternas, habrá sido inmensamente feliz.
Bajo el epígrafe genérico de Gaudeamus: Messe solennelle dans une cathédrale, se agruparon obras de autores distintos; así de Charles Marie Widor fue la Misa para doble coro y dos órganos, del canto gregoriano el Proprium in Assumptione, de Louis Vierne la Marche Épiscopale y de Charles Tournemire L’Assomption de L’Orgue Mystique.
El templo estaba lleno a rebosar, con más de trescientas personas de pie siguiendo el concierto y con un silencio más aceptable que en otros lugares de pago.
Todos los artistas estuvieron plenamente conscientes del homenaje que tributaban, ya que muchos de ellos conocieron en vida a don José María cual el caso del organista Óscar Candendo que fue su alumno, y por quien el buen canónigo mostró siempre especial atención. La procesión inicial a cargo de la Capilla Gregorianista Easo, siempre en su buen sitio, el Coro Easo y la Coral Andra Mari con José Manuel Tife al frente, mostraron una absoluta entrega en sus cuatro intervenciones de la obra de Widor, principalmente en un magnifico Agnus Dei.
Óscar Candendo devolvió a su mentor y maestro todo el agradecimiento de que es capaz, que es mucho, con un impactante Paraphrase-Carillón final de Tournemire, en el tronante gran órgano catedralicio.
El respetable aplaudió con ganas y muchos recordamos la sonrisa de don José María