Medioa: EL DIARIO VASCO
Cuando todo sale bien en un concierto hay que dar las gracias por la belleza recibida. Eso fue lo que pasó ayer. Así, la breve Obertura Coriolano Op. 62 fue toda una delicadeza de expresividad, pese a la contundencia armónica que encierra. Ayer hubo un mago en el podio, el flamenco Philippe Herreweghe, una de las batutas más luminosas y poderosas del actual panorama internacional. Su nombre es sinónimo de calidad. Por ello, zorionak! maestro por su presencia entre nosotros y por la grandeza musical que mana desde la expresividad de sus manos transmitiendo tanta sabiduría musical Pocas veces he escuchado un segundo movimiento Scherzo: Molto vivace encamado en tanta sutileza y armoniosidad como el que usted nos regaló. Fue tal el nivel de perfección acústica que parecía que uno se encontraba a solas en una habitación escuchando esta obra mediante un excelente equipo de música. Cierto es que también se contó con una orquesta de campanillas, la Sinfónica de la Radio de Frankfurt, de la que es director titular quien lo fuera de la OSE, Andrés Orozco-Estrada. Un ejemplo de la citada calidad orquestal fue el brillo de las violas en el Adagio del tercer movimiento. ¡Felicidades y enhorabuena maestros! Inmensa alegría el comprobar que Andra Mari ha resurgido de cuasi cenizas casi negras hace dos años, y cantó el famoso texto de Schiller con rotundidad, afinación y poderío. Flojo el barítono.