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Este concierto tenía un interés especial, no solamente por la presencia en el podio del polifacético Christian Zacharias, sino por ofrecer en la segunda parte una obra que rara vez se tiene oportunidad de escuchar. Me estoy refiriendo al Requiem en Do menor, de Michael Haydn.
Cuando se habla de Haydn, casi no hace falta decir que uno se refiere a Joseph Haydn, el gran compositor, conocido como Padre de la Sinfonía. Sin embargo, no es éste el único Haydn, ya que su hermano más pequeño, Michael (1737-1806), también fue un compositor importante, que cuenta con un importante catálogo de obras (entre ellas una ópera) y que contó con la amistad de Wolfgang Amadeus Mozart.
La obra que ahora nos ocupa fue un encargo que recibió a la muerte del Arzobispo Sigismondo. Dicho Requiem se estrenó en 1772 y fue muy apreciado por su amigo Mozart, a quien parece que sirvió de inspiración en el Requiem que el genio de Salzburgo escribiera años más tarde.
El Requiem de Michael Haydn ha sido lo más interesante de todo el concierto y ha contado con una buena dirección musical, una buena prestación orquestal y coral y un cuarteto vocal un tanto irregular.
La dirección musical ha estado encomendada al pianista y director Christian Zacharias, cuya dirección me ha parecido aquí mucho más convincente que la que ofreció en la primera parte con obras de Joseph Haydn y de Mozart. Le vi más suelto y mostrando un excelente conocimiento de la partitura, ya que casi pasaba de la misma. A sus órdenes tuvo una buena Orquesta Sinfónica de Euskadi y contó con una buena actuación también por parte de la Coral Andra Mari de Rentería.
En el cuarteto vocal lo mejor fue ofrecido por la soprano Alicia Amo, a quien acabábamos de ver en este mismo escenario en La Creación y que sustituía a la inicialmente anunciada Elena Sancho Péreg, sin que tampoco esta vez haya habido explicaciones sobre su caída del concierto. En cualquier caso, Alicia Amo ofreció una voz atractiva y bien manejada, cantando siempre con gusto y buena afinación.
La mezzo soprano donostiarra Clara Mouriz quedó unos cuantos peldaños por debajo, especialmente por el hecho de que su voz sonaba totalmente hueca en las notas bajas.
Lo hizo bien el tenor austriaco Martin Mitterrutzner, aunque sonaba un tanto engolado en las notas altas.
Finalmente, el barítono Peter Harvey dejó una favorable impresión, mostrando buena musicalidad.
El concierto se abrió con la Sinfonía No 49, de Joseph Haydn, a la que siguió la interpretación del Concierto No 24 para piano y orquesta, de Wolfgang Amadeus Mozart, que contó con Christian Zacharías como director y solista. Esta primera parte resultó un tanto plana y Zacharias me resultó más interesante como pianista que como director.
El Kursaal ofrecía una ocupación superior al 90 % de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas al final de cada una de las dos partes del concierto.