Medioa: EL DIARIO VASCO
Kritikaria: EMECE
Verdad es que Dmitri Shostakovich no deja nunca indiferente y mucho menos cuando de su trabajo musical se trasluce la existencia de una lucha interna entre lo que es correcto para su íntima ética y lo que debe ser políticamente correcto en aquella URSS dictatorial en la que navegó durante sus 69 años de vida, donde las mutables y crueles conductas del Politburó del Partido Comunista y las consignas de Pravda, machacaban todo hálito de libertad artística.Prueba irrefutable de cuanto antecede es su sinfonía decimotercera escrita con innegable desgarro de su alma, con momentos de auténtico sarcasmo respecto a la realidad de la vida, sobre el poema Babi Yar de Yevgueni Yevtushenko, escrito sobre los crueles acontecimientos que en el barranco del mismo nombre, cerca de Kiev, llevó al asesinato de 34.000 judío por las SS nazis.
Mas que una sinfonía podría decirse que, por su estructura, esta obra es un oratorio, al contar con tan solo un solista cantor, en el registro de bajo, y de un recitador que va exponiendo la temática de cada una sus cinco partes, cuajadas de contrastes y riquísima en las sutilezas de modulaciones y de posiciones tímbricas.
Semejante duro trabajo contó con el muy acertado concepto de concertación de la batuta del Víctor Pablo Pérez, que luchó lo indecible por domar a una orquesta que buscaba permanentemente refugio en los forte y se desentendía de las sutilezas ordenadas, como se pudo comprobar en los primeros compases del tercer movimiento En la tienda. Sería terrible que unos afanes laborales fuesen en perjuicio de unos deseados afanes artísticos, confundiendo los campos.
Pérez curtido y poderoso lidiador «por las cornadas recibidas», como a él le gusta, a veces, significar, es maestro querido, bien recibido en estos pagos y profundo conocedor de las capacidades corales de esta tierra. Por ello y por su dominio de la partitura llevó por derroteros de plena seguridad y de poder a la bien ensamblada amalgama masculina cantante, integrada por voces de la Coral Andra Mari y del Coro Easo que, en todo momento, dieron muestras de una cuidada afinación, reciedumbre de tesituras y perfecta preparación. Poderosa y bien timbrada es la voz del bajo moscovita Arutjun Kotchinian, mostrando una buena claridad expositiva, limpieza de dicción y una total seguridad en los registros, principalmente en el central, donde dejó ver una cuidada técnica de regulación.
Mención especial merece el trabajo de actor Xabier Elorriaga, interviniendo como recitador de los textos de Yevtushenko, traducidos al euskera, donde dejó la impronta de una voz bien modulada, transmisora de sentimientos y claramente expositiva de cuando en música seguía a su verbo. Una velada importante.