Medioa: EL DIARIO VASCO
La alta expectación que genera la modalidad Infantil es de sobra conocida. Contemplar a estos jóvenes coros es una propuesta que siempre apetece y más considerando el alto nivel que garantiza su participación en esta competitiva modalidad. El hecho de que participaran dos coros vascos multiplicó el interés de un público que abarrotó el Leidor para asistir a una competición en la que no hubo grandes diferencias. El buen nivel exhibido fue una gratificante realidad.
La primera sorpresa agradable llegó con las estonias. Equilibrio, transparencia en la emisión y una continua voluntad expresiva fueron constantes en una interpretación que, aún así, tuvo sus pequeños altibajos en el Ave Maria o en el Lafa-Lafa. Su interpretación de la obligada Bi Bihotz estuvo poco escenificada, todo lo contrario que la de Orereta Abesbatza. Los dirigidos por Elizasu buscaron el movimiento, el espacio y el trabajo gestual, logrando una notoria credibilidad del canto. Tras Uhinak kulunkari, un tanto lineal, y la rítmica Uraren besotik, el humor cómico y teatral de su original Habaneras resultó de lo más divertido. El coro canadiense demostró enseguida sus buenas cualidades con las exigentes El grito o Snatch. Potencia, técnica y un trabajado sentido rítmico y expresivo fueron sus principales armas. No se quedaron atrás las húngaras en técnica y musicalidad, aunque sí en fuerza, destacando, como las rusas, en su buena dicción del euskera. Las gasteiztarras también cantaron muy bien, dirigidas por una implicadísima Inma Arroyo que, cuidando los detalles con gusto y precisión, logró sacar muchas de las buenas aptitudes que posee esta formación. Gustó y mucho la interpretación que de la Po Bukvari realizó el buen coro ruso y emocionó, asimismo, el cuidado canto que realizó de la preciosa Xarmangarria zera.