2010, uztailak 2

Tres mitos convertidos en música grandiosa

Medioa: IDEAL DE GRANADA

Primera noche del mes de julio dedicada a tres de los grandes mitos de este gajo del planeta azuleado por el océano Atlántico. Mito del caballero medieval de la corte del Rey Arturo, allá en la isla atlántica norteña, en su busca del Santo Grial; mito de la tierra Atlántida, imaginada a mitad de camino entre Europa y América; y mito del amor y de la magia en la selva del Paraná, para terminar en verde este compás ternario, que comenzó en oro y azul. Igual que los tres autores, Wagner, Falla y Ginastera interpretaron en música los tres mitos atlánticos, la orquesta que lleva el nombre de una de las islas bañadas por ese océano acertó a metamorfosear la música en belleza, bajo la esmerada dirección del último de los Halffter. Cómo ha mejorado el conjunto desde aquel 1997 en que lo oí en el auditorio. También el Cantábrico bate con aguas atlánticas y eso añade acierto al coro de Rentería en cuya región los mitos y los ritos tampoco andan ajenos a la música.
Wagner cuenta en su autobiografía que concibió ‘Parsifal’ en la mañana del Viernes Santo de 1857, en la residencia de Otto von Wesendonck. La orquesta canaria, ajena a esta anécdota litúrgica, mostró su faceta más temperada, elegante en la cuerda con sordina, densa en el metal, con empaque y elegancia en la región del misterio y la emotividad. Pedro fue la elegancia cercana al misticismo y la cautela frente a una página de la que hay egregias interpretaciones.
Falla no pudo concluir su ‘Atlántida’ y, tras su muerte, en 1946, fue Ernesto Halffter el que completó lo que faltaba de esta cantata. En Granada se pudo escuchar por primera vez en 1962 en San Jerónimo. La orquesta era la Nacional; el coro, el Orfeón Donostiarra, y los solistas, Victoria de los Ángeles, Luis Villarejo. Como se ve, coinciden con la versión de anoche el coro vasco, el apellido Halffter y la música de Falla. Esta vez no en versión completa sino en una suite imaginada por Pedro. Un acierto del sobrino nieto de Ernesto, con innegable aroma teatral, colocando el final, más reflexivo, al principio y el himno, más glorioso, al final. Un coro con tonos ascendentes desde lo meditativo a lo glorioso, más rico en mujeres y de contenida emoción en las voces plenas. Una orquesta con toques impresionistas en las dos arpas y unos solistas precisos y bien integrados.
Alberto Ginastera vuelve otra vez al Carlos V esta vez no con su conocido ballet ‘Estancia’, sino con otro casi nunca ojeado por las orquestas: ‘Panambí’, que es su premier en este Festival. Ballet mítico inspirado en una leyenda de los indios guaraníes de Argentina, con aires nacionalistas salpicados de la Europa de Stravinski, Ravel y algún otro ballet conocido. En ‘Panambí’ se lució la orquesta con una agilidad modélica, una disposición entusiasta y una sensibilidad difícil de igualar para este repertorio ajeno a lo trillado, pero de una riqueza rítmica y un caudal de contrastes que bien se ganan el aplauso entusiasta del público.