Medioa: EL DIARIO VASCO
Kritikaria: EMECE
La esencia de Musikaste, rescatando la historia musical de compositores de raíces vascongadas, ha estado íntimamente ligada al género coral durante sus 34 años de andadura. Por eso este año, una vez más, las voces de hombres y mujeres que cantan en consuno, hizo brillo en el resultado de una tarde hermosa y placentera. Seis coros de la tierra, fueron los intervinientes en esta especial jornada, para, en exposición de diversos estilos, dejar patente una peculiar forma de hacer cultura en nuestra sociedad: el canto coral.
El recogimiento, la intimidad expresiva estuvo en e canto llano de la Iglesia de Roma, por medio de la Capilla Gregorianista Easo, cada día más cuajada y de mejor estilo, cuidado con esmero por la dirección de Aita Irastorza, en las tres piezas del eibarrés Andrés de Sostoa, capuchino de Arantzazu allende el siglo XVIII.
La agrupación Illunbe Gazte dio un salto en el tiempo y nos presentó el modo con el que el canto coral puede estar bien encajado en la época actual, con frescura y con un apoyo instrumental tan propio de nuestra juventud como la guitarra eléctrica o la batería, por ejemplo. Las tres obras interpretadas, con atractivos arreglos de su director Iosu Elberdin, pusieron en el ambiente aromas de limpieza y confraternización. Gustó y mucho.
El errenteriano Landarbaso Abesbatza, curtido en premios y experiencia en sus 15 años de vida, vestidos sus componentes (ellos y ellas) a la usanza de tiempos antiguos, hizo el estreno de dos obras de Xavier Sarasola y de Iñaki Tolaretxipi -director del conjunto-, que dejaron parente la pujanza de los jóvenes compositores en los complejos terrenos de crear música para voces en polifonía.
Bogoroditsie Abesbatza, escogió las labores de dos músicos norteeuropeos vivos, Mäntyjärvi y Miskinis, en sendas recreaciones de dos temas populares vascos, Adortxo txuria y Hiru Errege, respectivamente. Diez voces femeninas muy timbradas y seis masculinas en compleja afinación, dieron buena cuenta de una tarea harto compleja.
El donostiarra KUP Taldea, benjamín de los coros participantes, hizo un cuidado canto de tres infrecuentes composiciones -en cuanto a su interpretación – de Aita Donostia, demostrando, bajo la concertación compartida de Isabel Mantecón y Esteban Urcelay, una concienzuda preparación.
Cerró la hermosa y placentera tarde/noche el anfitrión de Musikaste, la cada día más poderosa Coral Andra Mari, con dos obras -de Riccardo Giavina y Gotzon Aulestia- que dieron por bueno, en consistencia y equilibrio, el riguroso trabajo que marca la disciplina regentada por José Manuel Tife. El acompañamiento instrumental dio relieve, principalmente la alboka, a la pieza Bertsolaria de Aulestia.