2008, azaroak 17

Italianos

Medioa: DIARIO DE NOTICIAS

Kritikaria: TEOBALDOS

ANTONELLO Allemandi es un director muy habitual en el foso de la temporada de ópera de la Abao bilbaína. Su figura emerge del foso con especial fogosidad en el repertorio italiano; y lo cierto es que nos ha dado tardes muy emocionantes tanto en el Albia como en el Euskalduna. No es de extrañar, pues, que al abordar un concierto sinfónico introduzca en el programa la voz, y nos acerque a compositores italianos. Indudablemente, la Misa de Gloria de Puccini tiene mucho peso en este programa, pero, a mi juicio, donde realmente se destapó el Allemandi que más conocemos, fue en la magnífica versión de Los pinos de Roma ; con una dirección expansiva, muy cromática, retenida en los tiempos lentos, minuciosa en el detalle y espectacular en el conjunto.

Comenzó el concierto con una obrita de Puccini -Crisantemo -, que sirvió de introducción a la misa a cuatro voces con orquesta -Misa de Gloria – del mismo compositor, donde el protagonista es del coro, con dos momentos estelares del tenor. La coral Andra Mari defendió bien su cometido. Es una obra un tanto desigual, vencida hacia el Gloria y el Credo, y no fácil de cumplimentar adecuadamente en todos sus pasajes. Con un coro que no llegaba a las sesenta voces, los de Rentería colmaron las necesidades de fortaleza y volumen de los tramos más solemnes. Nunca se plegaron a la sonoridad de la orquesta, demostraron valentía en las entradas, y ocuparon bien y con homogeneidad los bloques sonoros de cada voz en la fuga. Alguna entrada súbita en tenores fue un tanto descarnada; pero, por el contrario, los compases en piano y los acompañamientos al tenor, acumularon respeto y belleza.

José Luis Sola -aun no teniendo exactamente una voz muy pucciniana – defendió muy bien su parte y salió airoso de su comprometido papel. Su timbre es limpio, muy claro, llega bien al auditorio, canta con gusto y musicalidad, y su volumen salió por encima del conjunto orquestal que, en ocasiones, debería haber apianado más. El barítono Favio Previati estuvo un tanto justo. Allemandi abordó la partitura con cierta ligereza, sin atender a mayores profundidades, redondeando los esplendorosos finales, extrayendo alegría del comienzo del gloria , pero sin demasiados detalles. Quizás sea la mejor manera de pasar por esta misa, sobre todo por el Credo , planicie de aguante para el coro.

Para ofrecer un amplio muestrario de compositores italianos, Allemandi incluyó las variaciones para orquesta de Dallaiccola. Una de esas partituras a las que el abonado suele aplicar el calificativo políticamente correcto de interesante. Con un bien solucionado muestrario tímbrico, pero, desengañémonos, carente de emoción para la mayoría.

Tras el final apoteósico de Los Pinos de Roma -Los pinos de la Via Appia -, el público otorgó a los músicos una ovación de gala.