Medioa: GARA
Kritikaria: Mikel CHAMIZO
La de la noche del lunes fue una velada de descubrimientos agradables. El más importante fue el comprobar que el nuevo director titular de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, Andrés Orozco-Estrada, es un joven con aptitudes más que sobradas para llevar a la orquesta mucho más allá de lo que es en estos momentos.
Tras una introducción, la «Representación del caos», que fue una oda a la pifia por parte de los instrumentos de viento, Estrada comandó a la orquesta con resolución y resultados artísticos más que notables. Se le nota una cierta tendencia al efectismo, pero su aproximación a la obra maestra de Haydn fue perfectamente conocedora del estilo, dramática a la par que flexible y, sobre todo, de notable belleza. Si su trabajo de base con la orquesta da los frutos esperados, podremos contar por aquí con un conjunto a tomar realmente en cuenta.
La otra sorpresa de la noche fue Marta Matheu, que sustituyó a la inicialmente prevista Genia Kühmeier. La joven soprano de Tarragona llevó a cabo una actuación casi impecable en lo técnico, haciendo gala de una voz cristalina y perfectamente afinada, y un sobresaliente uso del fiato en el que se regodeó -y nos deleitó- a cambio de resultar un poco lánguida en ocasiones. En lo expresivo también mostró un perfecto conocimiento del lenguaje clásico, y se le augura un futuro prometedor como cantante mozartiana.
El resto de elementos en «La Creación» fueron también muy correctos: la Coral Andra Mari cantó con su habitual fuerza y convicción, firmando algunos tuttis imponentes, aunque se echase en falta un sonido un poco más compacto. Los dos solistas masculinos, Johannes Chum y James Johnson, cumplieron con creces y sus voces tan alemanas resultaron muy aptas al oratorio, aunque no fueran del gusto de todos. Y la Orquesta de Euskadi, a las órdenes de su nuevo titular, rendió mejor que en otras ocasiones, especialmente la sección de cuerda. En fin, un grato homenaje a Papá Haydn.