Medioa: EL DIARIO VASCO
No es cuestión de caer en triunfalismos, sino de plasrra realidades que no resisten discusión en cuanto a la calidad del espectáculo ofrecido, al que podían aplicarse muchos epítetos positivos, pero creo que el más apropiado para esta obra es el de ¡grandiosa!, tanto por la especial calidad que encierra cuanto por el trabajo musical de todos los que intervinieron en su interpretación. Cierto es que el respetable no estuvo especialmente generoso en aplausos (que los hubo y muchos), pero puede ser debido a que se escuchó una música lírica muy poco dada al uso y totalmente nueva para la mayoría de los asistentes. Bien puede decirse, comparando esta partitura con otras, que estamos ante la mejor ópera escrita en las Españas durante todo el siglo XX y que supera a Las golondrinas y a Mendi Mendiyan del propio autor. Usandizaga en pura esencia.
Hay que dar agradecimiento, en primer lugar, a la apuesta decidida, hace ya casi cuatro años, de Iñigo Alberdi, anterior director general de la OSE, para poner en valor y mostrar la grandeza de esta obra, que ha abierto de forma solemne el centenario que este año supone el fallecimiento de nuestro Joshemari, aun no suficientemente reconocido.
De inmediato, vienen tres calificaciones de sobresaliente. El primero para el maestro Ocón, que dio toda una lección magistral de dominar la obra que tan acertadamente ha trabajado en su revisión crítica, llevando con su batuta y con su mano izquierda todo el poder que encierra la música de Usandizaga, dominando, con la firmeza y ductilidad del mejor junco, a entramado de voces corales, solistas y poderosa orquesta que tenía bajo su rectorado. Qué triste es pensar que hay que traerlos de fuera cuando tenemos a un grande en casa.
El segundo sobresaliente es para la OSE. Nunca en sus años de existencia, desde que la he escuchado, ha hecho un trabajo de tan enorme calidad, tan poderosa sonoridad, tan acertado dominio de las modulaciones y semejante entrega ante una obra muy difícil, de múltiples resortes y de compleja escritura. Y el tercero es para la querida Coral Andra Mari, que sonó pletórica en todas sus cuerdas, acomodándose con exactitud en cada uno de los retos. Parabienes a las féminas que bordaron con lujo la preciosa seda que es el coro de las odaliscas. Es de esperar que esto sea el necesario acicate al coro para superar su actual crisis interna, de la que ha de salir sí o sí.
En el terreno de las voces vuelve a producirse el aserto que ya adelantó en su día el padre de Julián Gayarre: Como el de casa, ninguno. Todo un campeón está hecho Mikeldi Atxalandabaso, ante un reto que no está adecuado con exactitud a su tesitura vocal, dejándose escuchar; sus timbres estuvieron luminosos y su registro agudo a más de uno le causó sorpresa, no a quienes le conocemos, por la rotundidad, potencia y riqueza con que lo emitió.
Menudo carrerón que lleva la soprano Miren Urbieta, quien dentro de unos días recibirá en Oviedo el premio nacional a la cantante promesa de la temporada 2014 ya no lo es; impecable en su labor de La narradora. Elena Barbé realizó su trabajo en un hermoso color de voz, pero ha de mejorar la dicción, sobre todo en recintos tan grandes como éste.
Magnífica la navarrica Sabina Puértolas (qué dulzura de voz), que ha de cuidar la llegada al agudo, asegurando las notas de paso y contando con el necesario fiato cuando lo piana largo, pues como ocurrió puede haber alguna quebradura. Poderoso Fernando Latorre, con emisión amplia y bien cuajada; merece mayores responsabilidades. Hermosa voz, rotunda, la de Maite Maruri, y cumplidor Xabier Anduaga, a quien falta más trabajo en la expresividad.