Medioa: EL DIARIO VASCO
La reforma del Concilio Vaticano II en lo referente a canto litúrgico, fue un indiscutible mazazo para la pervivencia del canto en las iglesias, cercenando la formación musical de muchos jóvenes, merced a la ímproba enseñanza de abnegados párrocos, la modificación de los estudios musicales en los seminarios y la casi total ausencia de canto en el oficio divino. Por ello, en estas líneas hemos de congratularnos con el gran trabajo que realizó, en la eucaristía matutina habida en la iglesia de Santa María, de Errenteria, la Coral Andra Mari interpretando la Misa breve- del alavés Vicente Goicoechea, gran adelantado en la reforma de la música religiosa que en el año 1904 quedó plasmada en el Motu Proprio del Papa Pio X. Estamos ante una composición dotada de una especial profundidad armónica que, a su vez, crea un sorprendente contraste con la simplicidad de recursos que emplea dentro de un lenguaje musical muy tradicional.
La Coral Andra Mari se empleó a fondo en su labor canora, siendo especialmente brillante el resultado el Ofertorio Edoctus autem y en el Tantum ergo de la Consagración, en el que fue notorio el fulgente brillo de la cuerda de tenores, con una sonoridad redonda, sin arista alguna y una especial elegancia en la modulación del texto latino. La vía abierta en esta nueva etapa del coro por el maestro Sierra ofrece campos llenos de esperanza cara a próximas actuaciones, entre las que pueden ya citarse la novena beethoveniana en la próxima Quincena Musical.
Contar con el lujazo que supone tener frente a la consola del órgano Amezua, que existe en el templo, a Óscar Candendo interpretando el dulce y poderoso Final de Luis Urteaga, nos hizo abrir la memoria sobre aquellas misas que en la infancia y en la juventud uno escuchaba absorto y a las que la ciudadanía, sin recursos económicos, acudía para gozar de la música que en ellas se interpretaba.