Medioa: EL DIARIO VASCO
Ayer puso su punto final la cuadragésimo cuarta edición de la Semana de Música Vasca. Musikaste, con un potente programa, que se inició con la obra de Miguel Laboa Gernika-Lekeitio 4 a la que hizo unos ajustes musicales el compositor de música contemporánea Ramón Lazcano, sin que los mismos, sobre todo en determinadas aplicaciones inarmónicas, supusieran un refuerzo, en general, a la obra original, privando de la rotundidad naturalista e historicista reivindicativa que manó de la primitiva idea melódica del propio Laboa. En resumen, un aporte de escaso valor.
Las cuatro agrupaciones corales alavesas Araba Abesbatza, Luis Aranburu Udal Musica Abesbatza, Samaniego Abesbatza, Suessito Taldea (superando el centenar de voces) homenajearon a su paisano Vicente Goicoechea, natural de Ibarra de Aramayona, en el centenario de su fallecimiento, con la interpretación de cinco hermosas composiciones religiosas suyas a las que el buen hacer de Sabin Salaberri imprimieron su profundo saber de orquestación, dando rotundidad, a través de la OSE, en sus distintas secciones, como fue el caso del Tantum Ergo, obra a la que la propia espiritualidad del texto se agrandó con el estilo neoclásico de Goicoechea y la perfecta impronta que le supo dar Salaberri; igual fue el caso de la pieza Beata viscera como responsorio navideño.
Cerró el concierto la Coral Andra Mari, fundadora de Musikaste, con la interpretación de la obra Balea de Gabriel Loidi, en la que se hace una narrativa, a modo de poema sinfónico de la caza de la última ballena.
En esta obra hay un simbolismo muy sutil cual es que son cinco las traineras que van a la captura de cetáceo, representadas por la sección de cuerdas: violines primeros, violines segundos, violas, chelos y contrabajos, en un muy bien entrelazado armónico simbólico de la boga.
La OSE en una muy meritoria compenetración con la batuta de Unai Urretxo (ahí está si hay voluntad para ello un magnífico director estable para nuestra orquesta, y no uno nuevo de quita y pon, como hasta ahora), respondió a todas las tensiones, bien sutiles, bien rotundas, que contiene la obra, mostrando, por su parte la coral Andra Mari, en este importante evento, dentro de su cincuenta aniversario, que en pocos meses han vuelto a restañarse aquellas señeras jarcias y gavias que mantuvieron a flote una desarbolada nave a punto de terminar en una escollera incomprensible.
Alta calificación ha de darse a las voces solistas de Ana Otxoa y de García Aréjula en la ejecución de un trabajo nada fácil que Loidi pone para sus voces.
¡Zorionak Andra Mari maitia!