Medioa: GARA
Kritikaria: Mikel Chamizo
Christian Zacharias es un artista bien conocido por el público de la Quincena Musical. Ha actuado regularmente en el festival desde hace dos décadas y del 2000 al 2002 llevó a cabo el proyecto de interpretar los 27 conciertos para piano de Mozart, tocando el piano y dirigiendo él mismo a las orquestas de cámara de Escocia y Lausanne. Fue un hito que aún recuerdan muchos aficionados donostiarras y que se rememoró el sábado con la interpretación del Concierto para piano nº24, que evidenció que Zacharias apenas se ha mocido de las opiniones interpretativas que ya mantenía hace casi 20 años. Su forma de abordar la música del Clasicismo toma algunos recursos de la interpretación históricamente informada, pero fundamentalmente parte de la tradición sinfónica del siglo XX, tal y como la perfeccionaron directores como Karl Böhm y pianistas como Ingrid Haebler. El suyo fue un Mozart de una coherencia inatacable, perfecto en estilo y en equilibrio entre orquesta y piano, pero una parte del público pudo considerarla anticuada o no demasiado excitante.
Quizá porque se trataba de un programa de intenso dramatismo y sonoridades algo oscuras, Zacharias optó por trabajar con la Orquesta de Euskadi en una plantilla relativamente grande. El resultado, tanto en Mozart como en la Sinfonía nº49 de Joseph Hayd, fue una sonoridad un tanto pesada. Esto mejoró ostensiblemente en la segunda parte, en la que la OSE, ahora sin violas, sonó más ligera, como lo fuen también la interpretación de la Coral Andra Mari. Juntos abordaron el Réquiem de Michael Haydn con el equilibrio propio del Clasicismo, sin la necesidad de cargar los tintes trágicos por tratarse de una misa de difuntos. Fue funcional el cuarteto de solistas, en el que destacaron las voces masculinas de Martin Miterrutzner y Peter Harvey. Con estos buenos mimbres, Zacharias pudo construir una versión notable de este Réquiem poco conocido.