Medioa: EL DIARIO VASCO
Resulta interesante, siempre que se pueda, llevar a cabo un trasunto mental historicista cuando se escucha música, trayendo a la imaginación lugares, ambientes y épocas en que dicha música fue escrita. Cabe colocarse en el maloliente rio Támesis, en el verano de 1717, cuajado de engalanadas barcas escuchando la dulzura de la composición Música acuática de Haendel, observando a este sentado en la falúa real al lado del inglés Jorge I. Tan ensoñación tuvo virtualidad mental en la tarde/noche de ayer, ante el deleite que la interpretación de esta obra, en sus tres suites, resultó restallante en elegancia a cargo de la Orquesta Sinfónica de Euskadi. A nuestra orquesta autonómica le sienta como anillo al dedo la acomodación a obras en formato camerístico. En este concierto, que no vendió todo el papel, se confirmó, bajo el ensamblaje del concertino Lorenz Nasturica, este criterio. Gozosas las dos trompas en la primera suite en Fa mayr. ¡Qué elegante es Goodwin!
La Missa en Angustiis de Haydn, también conocida como Nelson mass, integrada por seis movimientos, es la dulzura personificada, con la peculiaridad de que su Credo resulta el establecido para la liturgia cristiana por el Concilio de Nicea. Plena satisfacción ha de tener la coral Andra Mari por el trabajo realizado en una partitura que se presta a su lucimiento, como así ocurrió. Las estupendas voces solistas, en sus dos cuartetos, dieron fulgor a este virtuoso barroco de Haydn.