Medioa: GARA
Kritikaria: Mikel Chamizo
Hace varias ediciones que la Quincena no vivía una clausura tan lucida, y encima protagonizada por una formación de casa: la BOS, acompañada por los coros Andra Mari y Easo. Juntos pusieron en pie una brillante versión de concierto de El Holandés errante que con las mismas huestes y los mismos solistas ya se pudo ver representado hace pocos meses en la ABAO. En las críticas de entonces ya se puso de manifiesto el meritorio trabajo de Mena al frente de su orquesta.
Es evidente que la BOS y Mena forman una pareja bien avenida y que cada año que pasa la orquesta suena mejor y más dúctil y las versiones de Mena son más interesantes. Su dirección en este Wagner fue enérgica, con garra, pero muy sabia también en la escansión de los pasajes de distensión.
El resultado fue un Holandés sin escena pero dramáticamente muy creíble. A ello contribuyeron, como no, los solistas, que en esta ocasión cantaron probablemente mejor que en las representaciones bilbaínas. Especialmente Albert Domen, que encarnó un Holandés magnífico. En ABAO se le achacó ser un tanto frío en escena. Aquí, que no tenía que actuar, se pudo apreciar sin trabas su gran calidad vocal. Algo parecido, pero al revés, ocurrió con Eva Johanson, que es un animal escénico. Comenzó algo vacilante, pero su dúo del segundo acto y su despedida en el tercero momentos de gran brillo wagneriano. Entre los secundarios, destacar a Jorma Silvasti y su fraseo de hermoso lirismo.
El resto, todos bien. Las voces un tanto recias de los hombres del Andra Mari y el Easo se prestan muy bien a las tonadas marineras del Holandés, y fueron un factor importante en el triunfo de este concierto de clausura que gustó a todo el mundo.