Medioa: EL DIARIO VASCO
Zarauztarra de alma y vida, donostiarra de Registro Civil y profesión, el maestro Francisco Escudero, el entrañablemente sencillo Paco para sus amigos, ayer recibió el corazón de su pueblo en el precioso homenaje que le ofreció, como muestra de inequívoco cariño. La consejera de Cultura del Gobierno Vasco, Miren Azcarate, el presidente de las Juntas Generales de Gipuzkoa, Iñaki Alkiza, el Diputado Foral de Cultura, Luis María Bandrés, y la alcaldesa de Zarautz, Maite Etxaniz, SGAE, personalidades del mundo de la música, y la familia, rectorada por su luchadora esposa Goyita, junto con el público que llenaba el recinto, tributaron un rotuno recibimiento de aplausos cuando el maisu hizo su entrada, que fueron devueltos por el compositor a la OSE al acomodarse ante los atriles.
El rotundo y emotivo poema sinfónico Arantzazu que parece descolgarse, cual amante hiedra, por los riscos que encierran la historia del santuario mariano, fue muy bien interpretada por la orquesta, con la batuta firme y sin concesiones de Arturo Tamayo, como lo haría durante el resto de la velada.
Dotado de una rica orquestación y cuajado de ideas melódicas que lo cubren de luz, el Concierto Vasco para piano de orquesta, en homenaje a Manuel de Falla contó con la importante y entrañablemente sentida participación de la pianista guipuzcoana Marta Zabaleta que dejó constancia de su calidad y exquisito refinamiento ante una partitura hermosa, con una OSE muy cualificada en sonido y ajustes.
En el descanso al maestro le inundaron de presentes, placas, cuadros, esculturas, por parte de todas las instituciones presentes y adheridas, mereciendo destacarse, por lo entrañable, el pergamino de la OSE. La emoción de Escudero le bañaban los ojos y su rostro reflejaba una inmensa felicidad, queriendo llegar a todas las manos que se le tendían.
Es ya todo un clásico el poema coreográfico El sueño de un bailarín, al que aún no se le ha dado el tratamiento escénico que la categoría de la obra bien merece. La versión de Tamayo resultó fresca, exponiendo con detalle toda la temática descriptiva. El viento de la orquesta, en madera y metal, tuvo una participación sobresaliente.
Se cerró el concierto/homenaje con el oratorio para voces y orquesta Joan Bautista, que, de alguna forma, resume el credo de fe musical que ha sido guía en la vida de Escudero. Para la ocasión el texto castellano se adaptó al euskera por el franciscano zarauztarra Padre Carmelo Iturria, resultando bien acomodada al lenguaje musical, lo que resalta un serio trabajo. La Coral Andra Mari continúa en la progresión permanente de los últimos tiempos, dando el marchamo de afinación y seguridad de conjunto compacto. El tenor irunés Angel Pazos aplicó su sapiencia y adecuada voz al comprometido rol del Bautista.
Precioso y justo tributo a un alma joven de 89 años que recibió el corazón del pueblo.