27 de enero, 2010

La batuta danzante temporada ose

Medio: NOTICIAS DE GIPUZKOA

La propuesta de la OSE resultó tan exitosa como original gracias a un programa bien definido, basado en tres obras totalmente diferentes con la danza como nexo. Danzas sinfónicas, coreografías basadas en pasos de euskal dantzas o llegadas desde ultramar convirtieron el escenario del Kursaal en un gran salón de baile. Y como bailarín primero el maestro Orozco- Estrada, un fuera de serie que poco a poco deja patente su impronta personal entre los atriles, un sonido diferente que no queda en la mera transmisión física, que emociona.

El titular colombiano dirigió con habilidad a una orquesta que se enfrentó a varios retos; el primero, protagonizar el estreno de la versión que firma Tomás Aragüés del ballet Sorgineta, del hernaniarra José de Olaizola. El espectáculo deslumbró gracias al buen hacer de Kukai Dantza Taldea con una coreografía elegante y llena de lirismo, con pasos identificables procedentes de nuestro folclore. Sus habilidades estuvieron a la altura de la Coral Andra Mari, que sonó en estado de gracia: un número cercano a los 45 cantores mostró un corpus sonoro estupendo. Sus voces poseen un poderío impresionante para estos repertorios. La orquesta se bandeó con habilidad en los ritmos de zortziko y en los giros que la partitura ofrece de principio a fin. La concepción escénica de Mireia Gabilondo funcionó.

Con luces al uso, sin coro, y sin bailarines, la Sinfónica se enfrentó a un exigente Orozco-Estrada que no se conformó con cumplir expediente, cosa que se agradece. Fue destacable el trabajo de trompas y del viento madera en general en los tres movimientos que integran las Shymponic Dances Op. 45 de Rachmaninov. El viento madera y los metales comulgaron con la batuta, obteniendo un trabajo dotado de enorme expresividad y mucha concisión, bastante ajustado. La fuerza y energía en la interpretación del ballet en Estancia supuso el colofón a una excelente noche de música y danza en la cual la OSE dio la talla, y Orozco-Estrada volvió a ganarse el respeto y la simpatía de un público que disfruta con su trabajo.