Medio: EL DIARIO VASCO
Ha sido una Quincena que bajo la égida de la música rusa, con el eslogan publicitario de ‘Rusiatik’, se nos ha mostrado en términos generales, concretamente, en lo que se refiere al terreno vocal y coral una miscelánea más que interesante -con evidentes claroscuros- en el entramado compositivo de los maestros rusos pre y post sovietizados. No ha sido desdeñable a idea pero a veces, como dijo una conocida aficionada «tanto ruso cansa». Claro que ha habido excepciones de importante mérito como fue el estupendo concierto ofrecido por la Orquesta Filarmónica de Liverpool, con la soprano Simona Saturova, interpretando la ‘Sinfonía nº 4’ de Gustav Mahler, bajo la inteligente batuta de Vasily Petrenko.
En el terreno coral, a quien escribe le duele en el alma, con absoluta sinceridad , sostener que el Orfeón Donostiarra no estuviera a la altura de las circunstancias y dos de sus tres intervenciones, concretamente en el ‘Romeo y Julieta’ de Hector Berlioz, dirigidos por Valeri Gergiev, quien no mostró excesiva complacencia con el coro, y en su participación en la obra ‘Las Campanas’ donde finalizado el concierto Mikhail Petnev hizo valer ciertos reparos. Aquí no es cuestión de matar o desprestigiar al mensajero. Es cuestión de ponerse las pilar. Por contra la tercera participación del Donostiarra en la cantata ‘Alexander Nevsky’ el coro reverdeció laureles que sonoridad y elegancia con la poderosa participación de la contralto Ewa Podles, quien realizó el mejor concierto de la Quincena en el recital dado en el teatro Victoria Eugenia.
Se esperaba mucho más del coro de la Catedral de Smolny con las ‘Vísperas’ de Rachmaninov, pero nos quedamos, tan solo, con al espera. Impactante , rotunda y señorial la actuación de la Coral Andra Mari en la ‘Cantata Spring», con una preparación y trabajo previo de auténtico mérito.
Esquisito y de alta calidad el concierto que, a dúo, realizaron la mezzosoprano Anglica Kirschlager y el tenor Ian Bostrigge, cantando los siempre difíciles y alambicados ‘Spanische Liederbuch’. El encuentro en al mágico Caserío Zabalaga con la soprano Iwona Sobotka deparó la oportunidad de escuchar a una de las voces líricas emergentes del momento, tanto por la vocalidad de su tesitura como por la sentido de la expresividad.
Deseo dejar para el final, intencionadamente, uno de los grandes ciclos que ofrece nuestro festival, cual es el de Música Antigua que ofrece en el Templo del Convento de Santa Teresa. Resulta un lugar especialmente apropiado para este tipo de música y los incondicionales diletantes que acuden año tras año llenando a diario el recinto, merecen todos los elogios. Si hermoso fue el concierto ofrecido por el conjunto ‘Alia Mvsica’ sobre el peregrinaje por los caminos de Santiago, lujoso resultó el de ‘Nova Lux Ensemble’, con la temática de la «Musica en la capilla del Luis XIV». Es de esperar que el año que viene los títulos líricos discurran por mejores derroteros. Fin de la polémica.
Ha sido una Quincena de transición, interesante -dejémoslo ahí- con grandes eventos y otros que no lo han sido tanto. La preocupación a futuro, ya inmediato, es , como un día me dijo Daniel Barenboim «en tiempos de crisis económica la cultura y, más en concreto la musica, son los pobres mendicantes». Es de esperar que así no sea, por el bien de todos y de San Sebastián.