Medio: El correo
Crítico/a: Nino Dentici
Tal como empezó, terminó la solemne misa de Schubert: de manera apacible. Era la primera vez que la Sinfónica de Euskadi ejecutaba esta hermosa obra y nos dio la impresión de que la tenían en repertorio desde mucho tiempo atrás por el dominio y la conjunción mostrados en su interpretación. Naturalmente, en ello influyó la Coral Andra Mari, de la que continuamente destacamos su auge y buen hacer tanto en ópera como en oratorio. De los solistas nos quedamos con la belleza tímbrica y la limpieza del canto del tenor Jose Luis Sola, cuya voz se mostró por encima de la de la soprano Quintans y la de la mezzo Aldrian sobre todo en el Benedictus. Andrés Orozco, el maestro titular de la OSE, estuvo eficaz e incansable en el gesto.