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La Orquesta Sinfónica de Euskadi ha querido conmemorar el centenario de la muerte de José María Usandizaga reponiendo su ópera póstuma, La Llama. Es bien conocido que el compositor donostiarra murió a los 28 años a causa de la tuberculosis, lo que truncó una carrera que podría haber sido muy importante, habiéndonos dejado óperas como Mendi Mediyan, Las Golondrinas y La Llama, la que ahora nos ocupa.
Esta última obra de Usandizaga quedó inacabada a la muerte de su autor, aunque quedara muy poco para completarse, tarea de la que se ocupó su hermano Ramón. Su estreno tuvo lugar y con mucho éxito en San Sebastián el 30 de Enero de 1918, siendo dirigida por el propio Ramón Usandizaga, viajando a continuación a Madrid, estrenándose en Barcelona en el año 1932. Según el programa de mano del concierto la opera no vuelve a representarse, aunque parece que la información no es correcta, ya que hay constancia de unas representaciones nuevamente en San Sebastián en el año 1953 y también bajo la dirección de Ramón Usandizaga. A continuación cae en el olvido hasta que la Orquesta Sinfónica de Euskadi y su gerente anterior, Iñigo Alberdi, decide desempolvarla y darla a conocer con motivo del centenario de la muerte de su autor.
La ópera está bien construida musicalmente y cuenta con una orquestación brillante, no faltando momentos inspirados, especialmente el prólogo musical del segundo acto de la ópera. Exige una orquesta numerosa y unos solistas con voces adecuadas, ya que no hay que olvidar que estamos en el primer cuarto del siglo XX. La trama responde a lo que podemos llamar una turquería, de moda a finales del siglo XVIII y primeros años del XIX, pero totalmente fuera de lugar en 1915. El libreto se atribuye a Gregorio Martínez Sierra, aunque fuera su esposa, María Lejárraga quien lo escribiera realmente, como ocurriera también con Las Golondrinas.
La partitura y el texto original se encontraban en muy mal estado por el paso del tiempo y se han encargado de su recuperación Juan José Ocón en la parte musical y Manuel Cabrera en la literaria.
La versión ofrecida ha consistido en una amplia selección de los números musicales de la obra, eliminando los recitativos y ha contado con la dirección musical del propio Juan José Ocón al frente de la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Indudablemente, el maestro conoce perfectamente la ópera y su dirección ha sido correcta, aunque ha abusado de sonido en todas las páginas en la que los cantantes no estaban presentes, y también en algunas en la que sí estaban. La orquesta ha tenido una buena actuación, aunque, ha habido escaso equilibrio entre cuerda y metal, muy exigido éste por el maestro. Buena la actuación de la Coral Andra Mari en una obra bastante exigente coralmente.
Los protagonistas de la ópera son Tamar y Adrián, que recuerdan mucho a Belmonte y Konstanze en la turquería de Mozart. Ambos cuentan con arias y duetos brillantes y exigen unos cantantes que van de lo lírico a lo dramático conforme avanza la acción. En el personaje de Tamar estuvo siempre anunciada Ainhoa Arteta, que se cayó del reparto no hace mucho, siendo sustituida por Sabina Puértolas. Creo que hay que reconocerle el esfuerzo de preparar la obra, que no es nada fácil, aunque el último acto precisa claramente de una voz de mayor peso que la suya. Sabina Puértolas encuentra su mejor empleo en la ópera barroca y esto está bastante alejado de ese estilo.
Mikeldi Atxalandabaso me resultó el cantante más interesante del todo el reparto en la parte de Adrián. Cantó con gusto, fue a las notas altas con facilidad y confianza y demostró una vez más que está en un momento estupendo.
El resto de personajes tienen menor importancia. Fernando Latorre se mostró siempre sonoro y más musical que en otras ocasiones en los personajes del Oráculo y La Muerte. Maite Maruri se encargó de la parte de Aisa y lo hizo razonablemente bien, aunque su centro resulta corto para las exigencias del personaje. Buena impresión la dejada por el barítono Damián del Castillo como el Sultán, voz atractiva y bien manejada. Elena Barbé ofreció una voz muy reducida en los personajes de Lisa y El Espíritu del Agua, no pasando de ser una soubrette sin importancia. Miren Urbieta cumplió en la breve parte de la Narradora.
El Baluarte ofrecía una muy buena entrada, superior al 90 % de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas durante y al final del concierto.
El espectáculo comenzó con 6 minutos de retraso y tuvo una duración de 2 horas y 1 minuto, incluyendo un intermedio de 19 minutos. Cuatro minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 31 euros, costando la más barata 15,5 euros.