Medio: ABC
Crítico/a: Cosme Marina
El último tramo de la Quincena Musical de San Sebastián, uno de los festivales españoles de mayor prestigio internacional y que ha sabido vadear la crisis como muy pocos, está tradicionalmente volcado en la grandes formaciones sinfónicas europeas y en proyectos sinfónico-corales de calado.
Dos conciertos ofreció en el ciclo la veterana y solvente orquesta sinfónica de la Radio de Fráncfort, a las órdenes de uno de los maestros relevantes de la actualidad, Philippe Herreweghe, centrados, como no podía ser de otro modo, en el gran repertorio germano.
El primero de ellos tenía, además, argumento extra: el festejo de los cincuenta años de vida de la Coral Andra Mari sensacional la trayectoria del coro vasco en este medio siglo, un ejemplo de estabilidad a lo largo del tiempo-. Por todo ello se acudió quizá también por la capitalidad europea de la cultura que la ciudad desarrolla este año- a la icónica «Sinfonía número 9 en re menor, op. 125, coral» de Ludwig Van Beethoven. Herreweghe planteó una versión que buscaba hilos historicistas pero que, por desgracia, se quedó a medias. La prestación coral fue buena, la de la orquesta ajustada, y la del cuarteto solista no pasó de una corrección desvaída. Una lástima porque los mimbres para lograr una gran velada estaban pero, al final, no acabaron de engarzar como debieran.
El segundo día, orquesta y director fueron a más, con un rotundo planteamiento de la «Primera Sinfonía» de Johannes Brahms, obra de profundo calado, pletórica en la acrisolada veta melódica brahmsiana, con un poder evocativo inmenso que, aquí sí, Herreweghe desarrolló en plenitud. En la primera parte del concierto, contando con el prestigioso Steven Isserlis al violonchelo, nos ofrecieron una hermosa y delicada versión del «Concierto para violonchelo número 1» de Joseph Haydn, sugerente y cargado de detalles expresivos, muy contrastados y eficaces musicalmente hablando.