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No pudo haber terminado de mejor manera el ciclo del Auditorio de la Quincena. Poner sobre el escenario del Kursaal -a pesar de que la versión fuera de concierto- un título como el Holandés Errante resulta toda una apuesta ya que o se cuenta para ello con un elenco que dé la talla o mejor dejarlo. Muchos de los asistentes conocieron su trabajo en la versión representada en el Euskalduna. En aquella ocasión no defraudaron y en ésta, dadas las características del auditorio que proporciona mayor cercanía con el escenario, tampoco. Juanjo Mena puso la piel y algo más en los tres actos logrando una versión llena de color, un sonido intenso, con los metales en plena forma y una cuidada dirección de voces, cosa que se suele agradecer desde las filas del coro.
Si se analiza el resultado en conjunto puede decirse que fue más positivo y si se hace por partes, es inevitable centrase en la figura de la soprano Eva Johanson. Poseedora de un espectacular chorro de voz y unas peculiares, y muy personales, maneras de emitirla regaló una Senta increíble con un sentido teatral absoluto, equilibrando su interpretación con una musicalidad enorme. Su Johohohe no fue sino el preludio de lo que vendría más tarde, es decir, una impresionante espectacularidad vocal rematando la faena con Hier stechich, treu dir bis zum tod! El nivel presentado por la cantante estuvo a la altura del resto de cantantes, desde la amplitud vocal del Daland de Kang, hasta la ductilidad del Holandés cantado por Dohmen, la seguridad del tenor Silvasti como Erik o la correcta participación de Beaumont y Pazos como Mary o Timonel respectivamente.
Si las voces solistas sonaron estupendas y la orquesta mantuvo el listón, el órdago vino de la mano de los coros Andra Mari y Easo. Los hombres de ambas formaciones sonaron estupendos, a pesar de algunas agilidades, que sonaron un tanto ambiguas, lo escuchado fue un auténtico tour de force entre los de un coro y otro. Las mujeres participaron menos en una obra donde supieron lucir sus preciosas frases del inicio del segundo acto. Sin duda, el colofón del ciclo del Auditorio no pudo haber sido mejor como evidenciaron los casi quince minutos de aplausos dedicas por parte del enfervorecido público.